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domingo, 16 de noviembre de 2014

Rurouni Kenshin -Live action- (2012).


Samurai X, uno de los mejores animés que he tenido el honor de ver en mi vida. Conocido como Ruroni Kenshin en su país de origen, esta serie nos cuenta la historia de Battousai el Destajador, un espadachín que cansado de una vida de violencia y asesinato, decide vagabundear a lo largo de Japón en busca de una existencia más pacífica. En su camino, encuentra a Kaoru Kashin, una joven maestra de dojo cuya filosofía sobre una espada protectora se graba en la mente de nuestro protagonista. Pero para desgracia de Kenshin, el nombre real del Destajador, el pasado no perdona, así que constantemente se verá amenazado por enemigos que buscarán hacerle decender nuevamente a las tinieblas, de las que tan trabajosamente ha logrado emerger. 

Desde hacía años se había esparcido el rumor de que un live action de esta emocionante historia estaba en camino. Inicialmente me mostré indiferente ante el proyecto, pero una vez que me topé con la serie animada, mis ansias por ver la versión de la pantalla grande se hincharon. 

Por fin y sin más, ha llegado el momento de confrontar la versión televisiva (animé) con la que nos muestra el cine:

HISTORIA:  El adaptar los primeros 30 capítulos (unos veintialgo si ignoramos el relleno) del animé en tan solo 2 horas con 9 minutos era un quebradero de cabeza absoluto, eso está claro. Sin embargo, se las han ingeniado para que todo (ya saben que las excepciones nunca faltan) calzara en su sitio sin que se viese demasiado apresurado u oportuno. Es más, el filme posee una narrativa que  avanza segura pero sin mucha prisa durante 2/3 del metraje.

Así es, la presentación del primer quinteto protagónico, el secuestro de Gin-e, el enfrentamiento contra los Oniwavanshu (bueno, esta parte mas o menos) y la batalla contra Saito, están presentes en el filme; pero, como es de esperarse, no de la misma forma en la que se vieron en el animé. 

Para que todo cupiese, el guionista debió alterar el orden cronológico de ciertos eventos e idear unos nuevos para agilizar acontecimientos claves de la historia original.


¿Cuál es el problema de este "mal necesario"? que estas alteraciones traen a colación hechos con no mucha lógica, y escenas que de lleno pierden la gracia y el peso original visto en la serie animada. Por ejemplo, la llegada de Megumi al dojo Kamiya Kashin no tiene mucho sentido a la hora de la verdad, y enfrentamientos como el de Kenshin contra Saito perdieron toda la contundencia dramática y simbólica. ¡Coño! ¿A dónde fue a parar esa fuerza tensionante que hacía creer al espectador que alguno de los personajes en conflicto se quebraría en cualquier momento? Al unísono, subtramas hermosas como la relación entre Kenshin y Kaoru, que originalmente se iba construyendo piedra a piedra y gracias al devenir de los ciclos lunares, se deshacen totalmente en esta versión, debido a la compresión de la temporalidad de los acontecimientos (mientras que en el animé el Destajador no se enfrentaba a su asesino interno sino hasta un año después de haber llegado al dojo, en el metraje ocurre a tan solo unos cuantos días).


Pero no hay que exagerar, tampoco hay que decir que las escenas ya no valen nada. Aún contienen cierta sensación filosófica y trascendental en la vida de los personajes, pero a un nivel muy bajo en comparación con el plasmado en el animé. En términos finales solo me queda decir que está bien este apartado, resulta ser interesante y entretenido, no obstante, pudo ser severamente mejor. 

PERSONAJES: La aparición de ciertos miembros del repertorio en momentos dispares a la historia original, impide que muchos personajes tengan el desarrollo que deberían, y simplemente se conviertan en secundarios de bajo nivel, de los que prácticamente no conocemos una puta mierda más que su nombre. Muchos otros entes de la trama pierden absolutamente toda su valía, como Kaoru, quien dejó de ser una chica valiente y útil, capaz de apañárselas frente a otro grupo de espadachines, y se transformó en la damisela en peligro.



Sanosuke perdió  el rumbo, y de leal acompañante pasó a a ser... realmente no sé qué es este hombre, no tengo ni la menor idea del motor que le mueve y le motiva a actuar. Por lo que se da a entender, simplemente reacciona conforme el guión lo necesite. Por lo tanto ya no sigue a Kenshin por apoyar su ideal, sino porque le gusta golpear a la gente.


Kenshin es quizá el único de quien correctamente obtenemos algo sólido, y aunque elementos de su pasado ya se han dejado entrever, así como trozos livianos de su carga dramática; todavía carece de las características necesarias para ser el pacificador y héroe sabio que se visualizó en el material fuente. 

Kanryu ha obtenido más protagonismo y por ello, se le han otorgado detalles que lo hacen más desagradable; lo anterior no es un mal toque, pero sinceramente se les fue la mano y terminaron por caricaturizar su figura. Asimismo, cabe añadir que aunque el pasado de este malvado es una hoja en blanco, de una u otra manera termina satisfaciendo el rol de enemigo menor y transitorio. 

Resumiendo: el compactar la historia, también terminó compactando la riqueza que habitaba en el interior de muchos personajes. 

ACTUACIONES: El plantel actoral posee un ilustre desempeño. Cada uno logra cargar a su respectivo personaje de un toque característico, lo que permite en múltiples casos rellenar las falencias dentro de la construcción de muchos seres de la historia.  

Interpretes como Takeru Satoh (Kenshin), Emi Takei (Kaoru), Yu Aoi (Megumi) realmente sienten y viven su personaje, por lo que sus diálogos son pronunciados con un nivel de convicción asombroso, logrando hacer bastante con el material que poseían entre manos. Es ahí  cuando resulta deprimente saber que ni el director, ni el guionista explotaron más a fondo este aspecto, para darle el dramatismo y la potencia que se vio ausente en el resultado final.



BANDA SONORA: Resulta ser potente e idónea para cargar de un aire épico a las secuencias. Puede llegar incluso a ser memorable. 

EFECTOS ESPECIALES: No se puede pasar por alto el gran trabajo que el departamento de arte ha hecho recreando la antigua era Meiji y Tokugawa. Los vestidos coloridos y expresivos, la  calidad del maquillaje, los pequeños detalles y cachivaches, junto con una arquitectura pulcra y bien conservada, nos transportan al país nipón en pleno periodo de restauración. También, se agradece que pocos efectos vía ordenador hayan sido usados, así como las buenas dosis de líquido carmesí, indispensables para una historia como esta. 



DIRECCIÓN: Hay un muy buen manejo de los recursos, pero no es algo que amerite lanzar cohetes, aunque eso sí, la fotografía es pulida y con ella logran realizar un buen juego de contrastes. A final de cuentas es una dirección correcta, en donde lo más destacable son las escenas de acción. Las peleas son ágiles y frenéticas, con unas coreografías muy interesantes y sobresalientes, capaces de darle un buen gusto al ojo del espectador; a pesar de todo hay que admitir que en muy contadas ocasiones, pueden llegar a ser ligeramente confusas. 

CALIFICACIÓN: Este es un proyecto con buenas intenciones, pero también con buenos resultados. Aunque muchos elementos clave del trabajo original se han perdido durante la transformación de formato, situación que no podría ser más que lamentable, este live action no deja de ser una película entretenida y con muy buenos aciertos. No está por encima de la serie y tampoco la iguala, pero sí la recomendaría para pasar el rato. 8,5/10 = Muy buena. 



...
A la hora de la verdad, he quedado con ganas de más, así que solo queda esperar a que el DVD/Blu-ray de las secuelas salga a la venta en Japón, para así poder ver -en unos cuantos meses vía online y de maneras no muy decorosas- la continuación de esta gran historia.