¿Cómo terminé viendo esta serie? Desde hace un tiempo he estado muy interesado en la cultura española... y pues... también quería curiosear cómo era su modo de hacer televisión.
Merlí en esencia es una propuesta genérica que ya se ha visto muchas veces en otros países (y con la que pueden ahondar en multiplicidad de géneros). Aquí en Colombia, por ejemplo, hubo un seriado bastante longevo (de esos que dices ¡acábate ya por favor!) que se llamaba Francisco, el matemático. De 1999 a 2004, en 768 capítulos, trató las típicas problemáticas de jóvenes de bachillerato y su forma de sobrellevarlas con la ayuda de un recién llegado profesor de matemáticas (con el paso del tiempo fueron varios docentes con el mismo nombre, Francisco), que se salía de lo estándar y que gustaba de socializar, empatizar y ser confidente de sus pupilos... Y eso que estoy obviando la continuación más reciente de Francisco, que salió el año pasado y contó con 73 capítulos: era básicamente lo mismo que ya comenté, solo que ajustado a un contexto contemporáneo.
Lo que quiero decir con toda esta exposición (en serio, que no es digresión), es que la gran mayoría de seriados escolares prácticamente se escriben por sí solos. Estamos hablando de que los colegios funcionan como una representación en miniatura (y mucho más controlada) de la sociedad en general. Distintas culturas convergen, clases sociales, edades, géneros, profesores, padres, rencillas personales, amores, etc... o sea hablamos de un campo de cultivo dramático que se presta para estudiar muchas lineas argumentales; es explorar las relaciones humanas en prácticamente todos sus campos, desarrollos y evoluciones.
Merlí, una vez inicia, no se distancia mucho de lo bosquejado... seré sincero, la verdad es que a lo largo de sus 13 episodios nunca lo hace. Los primeros capítulos se dibujan como una serie genérica y clásica de este estilo, pero una vez comienza a avanzar, marca ciertos contrapuntos que la terminan por hacer más interesante de lo normal.
Cada nuevo episodio se desglosa a partir de un filósofo (el profe que cambia la vida de sus alumnos, Merlí, en esta ocasión imparte justamente esta materia) y su pensamiento correspondiente; lo que lleva a que se marque un tema y una tonalidad a descomponer: sufrimiento, felicidad, apatía por la realidad, qué es normalidad dentro de la sociedad, placer (Eudaimonía, Ataraxia, Epojé, Sofismo, Hedonismo...). Existen momentos incluso, donde se aborda, cortesía de Guy Debord, el narcisismo en la época de las redes sociales y la necesidad imperiosa por viralizar y divulgar nuestra vida cotidiana. En una época de culto al ego, de fiebre por las selfies y de asistir a clases con la pantalla negra del móvil en segundo plano, es un acierto más que bien trabajado.
La dirección no es magistral, pero se aprecia algo de preocupación en ella y por hacer que las escenas tengan (en general) el peso que merecen. Estas se construyen de tan buena forma que hay momentos lacrimógenos, tiernos, eróticos y divertidos realmente entrañables. Desde el montaje se proponen juegos de paralelismos de unos personajes respecto a otros; y los valores de producción llegan a ser artísticos en algunas ocasiones.
El plantel actoral es sobresaliente y destaco entre todos ellos, como no, a Francesc Orella, siendo un profesor heterodoxo y contestatario que desprende un carácter ardoroso y desvergonzado ante todo lo que le rodea. En su momento llegué a pensar que la decisión en el casting de los estudiantes era algo desacertada, porque enfrentémoslo, estos jóvenes de 22 pinta de 15 - 16 años no tienen; a la larga, el darme cuenta que la exigencia dramática para muchos de los personajes era alta, y que las situaciones en las que muchos se inmiscuían generarían ciertos conflictos legales si fuesen realizados por menores, hizo que me percatara de mi error. En resumidas cuentas la pandilla de los Peri-patéticos funciona de forma estupenda y todos manejan un rango emocional muy bien explotado.
El manejo que se les da a los personajes como seres individuales llega a ser muy humano, y eso es porque nunca se olvida de que estos son defectuosos por naturaleza y que hay cierto tipo de comportamientos que son difíciles de borrar de la noche a la mañana. Sencillamente, no los endiosa. De ahí que Merlí sea un casanova pícaro que rara vez pierde una oportunidad; que Bruno siga sintiéndose incómodo respecto a su padre porque las desavenencias del pasado se han incrustado en él; que Ivan sufra y sude cada vez que sale a la calle porque su ansiedad e inseguridad le han consumido; etc. Todo muy bien en la representación de la rutina y la personalidad antropológica... no obstante, cuando comenzamos a ir más a fondo es donde aparece mi (el) mayor problema de esta producción.
El manejo que se les da a los personajes como seres individuales llega a ser muy humano, y eso es porque nunca se olvida de que estos son defectuosos por naturaleza y que hay cierto tipo de comportamientos que son difíciles de borrar de la noche a la mañana. Sencillamente, no los endiosa. De ahí que Merlí sea un casanova pícaro que rara vez pierde una oportunidad; que Bruno siga sintiéndose incómodo respecto a su padre porque las desavenencias del pasado se han incrustado en él; que Ivan sufra y sude cada vez que sale a la calle porque su ansiedad e inseguridad le han consumido; etc. Todo muy bien en la representación de la rutina y la personalidad antropológica... no obstante, cuando comenzamos a ir más a fondo es donde aparece mi (el) mayor problema de esta producción.
AQUÍ NOS ADENTRAMOS EN ZONA DE SPOILERS
Quiero establecer una comparación (odiosa, sí, puede ser). Vale, puede que mi experiencia en el instituto se considere muy diferente respecto a los chicos de Merlí, teniendo en cuenta que (1) estudié en un colegio privado de solo varones y (2) vivo en un país tercermundista y tal... mas no puedo ocultar que la resolución de muchos de los conflictos entre los personajes y de los periplos dramáticos en los que se ven ahogados, está muy dulcificada.
Salvedad: que está excelente cómo se plasma la frustración tácita de Eugeni respecto a la enseñanza, lo que sustenta su hijoputismo con el alumnado; que Joan tenga ese arrebato de rebeldía, ira, violencia y falta de conciencia a modo de liberación de un padre represor; que Bruno sea homosexual y que la persona de la que está enamorado no le corresponda por ser hetero... ahora tengan en cuenta que estos son arcos que los personajes sobrellevan todo el rato, no alcanzan un final propiamente porque la vida en sí misma muchas veces no tiene espacio para finiquitar estos problemas.
El fallo entonces recae en como Berta perdona a Tania tan fácil a pesar de revelar un secreto que le confió; que Mónica siga hablándole a Pol como si nada y que le preste su casa para hacer una fiesta, a sabiendas de que él divulgó un vídeo íntimo suyo; que a modo de compensación por viralizar el susodicho vídeo todo el salón se ponga frente a Mónica en ropa interior (el vídeo de ella era más revelador) y así pretendan solucionarlo todo; que Pol vuelva a enrollarse con Berta a pesar de que esta para mantenerlo a su lado fingió estar embarazada; que las agresiones físicas entre compañeros sean olvidadas tan gratuitamente...
No hay lógica humana. El hombre es rencoroso por naturaleza, y aún cuando es capaz de perdonar afrentas contra él, sabe que hay relaciones que simplemente se cortan y dejan de existir una vez cometido el fallo. Se me antoja demasiado "Disney" que sin importar el tipo de cagada, a la larga todo el salón terminará en un tratado de paz, bailando, riendo, siendo "súper amiwis" hasta la expiración de los días. De nuevo, es cierto que vengo de un colegio solo de hombres, pero para ser sincero, tras de que en ese lugar todos nos saludábamos con "hijo de puta" de por medio, existían problemas (a veces nimios) que dejaban enemistados para el resto de la existencia a 2 personas. Se me hace difícil procesar que en el curso de Merlí exista un componente amistoso más sólido que el concreto sin importar que pase. ¿Qué es esto, High School Musical?
Salvedad: que está excelente cómo se plasma la frustración tácita de Eugeni respecto a la enseñanza, lo que sustenta su hijoputismo con el alumnado; que Joan tenga ese arrebato de rebeldía, ira, violencia y falta de conciencia a modo de liberación de un padre represor; que Bruno sea homosexual y que la persona de la que está enamorado no le corresponda por ser hetero... ahora tengan en cuenta que estos son arcos que los personajes sobrellevan todo el rato, no alcanzan un final propiamente porque la vida en sí misma muchas veces no tiene espacio para finiquitar estos problemas.
El fallo entonces recae en como Berta perdona a Tania tan fácil a pesar de revelar un secreto que le confió; que Mónica siga hablándole a Pol como si nada y que le preste su casa para hacer una fiesta, a sabiendas de que él divulgó un vídeo íntimo suyo; que a modo de compensación por viralizar el susodicho vídeo todo el salón se ponga frente a Mónica en ropa interior (el vídeo de ella era más revelador) y así pretendan solucionarlo todo; que Pol vuelva a enrollarse con Berta a pesar de que esta para mantenerlo a su lado fingió estar embarazada; que las agresiones físicas entre compañeros sean olvidadas tan gratuitamente...
No hay lógica humana. El hombre es rencoroso por naturaleza, y aún cuando es capaz de perdonar afrentas contra él, sabe que hay relaciones que simplemente se cortan y dejan de existir una vez cometido el fallo. Se me antoja demasiado "Disney" que sin importar el tipo de cagada, a la larga todo el salón terminará en un tratado de paz, bailando, riendo, siendo "súper amiwis" hasta la expiración de los días. De nuevo, es cierto que vengo de un colegio solo de hombres, pero para ser sincero, tras de que en ese lugar todos nos saludábamos con "hijo de puta" de por medio, existían problemas (a veces nimios) que dejaban enemistados para el resto de la existencia a 2 personas. Se me hace difícil procesar que en el curso de Merlí exista un componente amistoso más sólido que el concreto sin importar que pase. ¿Qué es esto, High School Musical?
¿Qué tanto perjudica estas constantes cucharadas de azúcar al final de esta primera temporada? Es una muy buena pregunta. Claro, todo se pinta muy idílico, pero ha sido bien dirigido, por lo que genera el nivel de emoción que busca. Siento que este desenlace es íntimo y más sincero, y mucho menos bobalicón y ñoño que en la conclusión de los problemas ya citados a lo largo de la serie.
Creo que el cerrar estos primeros 13 episodios con Bruno e Ivan librándose de sus respectivas prisiones y cadenas (el primero de una mental que le impedía mostrar su auténtica orientación sexual, y el segundo de una física producida por la agorafobia), siendo por fin felices, es algo que me llena y que realmente me parece bonito. Ambos provienen de un proceso metodológico y racional más grande, y no es un "volvamos al status quo para evitarle problemas a los guionistas más adelante". El slowmotion y el uso de la música acentúan lo trascendental del momento.
¡Claro! Otro tropo supremamente peculiar de estos seriados, es la posibilidad de crear muchos capítulos y mantenerse al aire sustentándose en el crecimiento físico y psicológico de sus personajes. De nuevo, aquí no hay excepción y aunque el epílogo del episodio 13 es cerrado en términos técnicos (uno nunca sabe si la cadena de tv va a renovar el capital para una temporada nueva), logra lanzar e implantar ciertas "bombas argumentales a control remoto", que está claro que detonará cuando llegue el momento oportuno. Yo, feliz al respecto, porque la verdad es que sí quedé lo suficientemente picado para ver qué será de los Peri-patéticos en su segundo año de bachillerato.
En conclusión: Merlí es una serie muy bien elaborada en lo técnico y lo argumental. No se separa del esquema de otras propuestas del mismo "género" y peca de cursi en algunos casos. A fin de cuentas y haciendo la vista gorda, sabe cómo caldear los momentos emotivos y siembra la comedia irónica y situacional con puntería. Recomendada solo para pasar el rato y hasta, quizá, solo quizá, reflexionar sobre algunas inquietudes de la vida aplicando la filosofía en el intermedio.