Confusión y desorientación, este filme está pensado para desconcertar al público a partir de todos sus vértices.
Iniciar la película inmediatamente tras el fin del mundo desatado en la entrega anterior, hubiera sido demasiado predecible, el camino fácil, la historia se habría escrito sola como venía ocurriendo... y Anno al parecer ya se cansó de ser autocomplaciente.
Hablamos de un punto de inflexión: Si la entrega anterior por momentos se desvivía por satisfacer a los fans más básicos, esta secuela es un timonazo brusco que nos tumba de los asientos y nos ubica en un paraje imposible de premeditar.
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Shinji, al igual que los años 90 cuando la serie se transmitió por primera vez, vuelve a ser un avatar, un vehículo en el que el espectador se proyecta, solo que ahora de forma masiva e imperiosa. Efectivamente, sí el protagonista no entiende un carajo de lo que está pasando, nosotros tampoco.
Para colmo, la obra se niega a ser considerada, hace un esfuerzo mínimo por explicar las dudas que ya acarreábamos por las 2 cintas previas; y para colmo del colmo le suma a la ecuación de preguntas la no despreciable elipsis de 14 AÑOS transcurridos entre 2.22 y 3.33. ¡Hideaki Anno, eres un hdp!
Ni siquiera el EVA EXTRA EX 3.0 (-120) resulta ser una precuela satisfactoria o un manga que ofrezca un contexto significativo frente a 3.33. Las explicaciones son nimias, deducibles a priori o insignificantes. Es poner una curita sobre el boquete de una pared previamente detonada. También hay que mencionar que es impuntual, ¡porque es una historia que se publicó 9 años después de que la película a la que funge como preámbulo, tuviera su estreno! (¡es un manga del 2021!).
Es que hasta la animación por momentos se acomoda para sentirse rara. Si bien desde 1.11 ya veíamos cierta propensión del director a fardar sobre el poderío técnico de su estudio (a partir de escenas con movimientos de cámara demenciales, o con excesivo detalle en la mecánica de ciertos objetos); para esta secuela sus ínfulas rompen las barreras de la ampulosidad visual.
Hay tanto detalle y locura en la pantalla, que no se aprecia bien qué es lo que está pasando; las formas de las naves o los Evas mejorados son difíciles de entender. Sí, hay aspectos familiares (un pequeño polo a tierra) pero en general todo se siente desconocido y frío. Estamos en un futuro ilegible.
Ahora bien, esto último no tiene por que ser malo, al menos no desde todas sus interpretaciones. La evolución que presenciamos en la tecnología es temáticamente coherente respecto a lo que veníamos viendo en este universo. El Wunder podrá verse todo lo estrafalario que queramos, y el Eva 02-Dash será una amalgama zoo-antropo-mecánica que busca vender juguetes fuera de la sala; mas lo cierto es que representan conceptos de ciencia ficción muy interesantes (la asimilación de tejido orgánico por parte de las máquinas, así como la posibilidad de sincronizar múltiples conciencias para pilotear chécheres aún más grandes).
You can [NOT] redo en general juega con conceptos muy atractivos, subvierte muchos tropos de la propia franquicia. El Shinji Ikari que ahora berrea por subirse al robot, mientras el resto del universo le ruega para que no lo haga, es un cambio en el tablero curioso y hasta divertido (¿cuántos apocalipsis puede causar una persona y cuántos puede soportar un planeta?).
La idea de otra organización que busque poner en jaque a Nerv se recicla de The End Of Evangelion (1997), y retoma el tema de "La humanidad como último gran enemigo" (ángel). Sin embargo, Wille dilata aún más la confrontación y lo convierte en una guerra de años. Un detalle que en definitiva genera muchas dudas, pero también no deja de ser genial y que nos envía a puntos argumentales nuevos en la saga.
La soledad vuelve a ser foco central. Los pecados de Shinji pasan factura acumulada, el resentimiento de todos les lleva a apartarlo de sus vidas y con ello a minimizarlo por fuerza. Esa desconexión y abandono le invitan a caer en los brazos del único ser comprensivo y cariñoso que se cruza en su vida (¡justo como en el animé!). Kaworu también es un foco de luz para el público, porque es el único que se preocupa por medianamente dar razón de este nuevo mundo postapocalíptico (o algo así, porque es un personaje que aún goza con los diálogos crípticos y ambivalentes).
Hablando de todo un poco, no es baladí poner en tela de juicio, al menos por un momento, las verdaderas intenciones de Nagisa. Teniendo en cuenta la fragilidad mental de Shinji, habría qué examinar en múltiples escenas hasta qué punto el Décimo tercer ángel no se aprovecha del muchacho para manipularlo y llevarlo a tomar ciertas decisiones puntuales, en beneficio de Seele.
Si en la segunda película los lazos para acercarse a las personas se forjaban con la comida (unos cocinaban para los otros como un acto de aprecio); en este tercer
filme se cosen a través de la música. Sinceramente es algo que me
parece hermoso y poético al ser un lenguaje universal y sensorial.
Lo previo, abre la puerta a un romance trágico que abona mucho en los personajes. Sí, es un evento que sigue pivotando en torno a lo ya visto en el animé, pero que se desarrolla de forma diferente y un poco más profunda (Shinji y Kaworu no tenían demasiado tiempo en pantalla originalmente, así que se agradecen estos nuevos vistazos de su relación homoerótica).
Un tercer tema que podría deshilbanarse de esta secuela, hace referencia al subtítulo que lleva: "Redo". No me extenderé demasiado en este punto, ya que considero que es obvio, no obstante, no quisiera dejar tanto en el tintero. El no poder recrear o rehacer, es el largometraje insistiéndonos en la necesidad de cambio, en caminar por encima de los errores o fracasos para así poder crecer (avanzar). El plano de Shinji caminando (obligado) hacia el horizonte sobre el desierto escarlata, ya lo sintetiza todo.
¿No será que el director lo que nos quiere decir todo el rato con esta entrega, es que soltemos Evangelion y avancemos a algo más? ¿Será esta la razón de esas violentas ganas de modificarlo todo, forzándonos al cambio? Estoy divagando.
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Se deja en claro que hay circunstancias paralelas a la serie. A pesar de los gigantescos cambios estéticos, hay un hilo del que el Rebuild sigue tirando. Revelaciones como los clones de Rei o el pasado de Yui son mucho más directas, pero no menos traumáticas o shockeantes. Es más, Anno se las ingenia para volver a implementar sus tan célebres desdoblamientos mentales, ahora con animación de punta... y lo más chévere del asunto, aquello que nos demuestra de paso que dirige muy bien y sabe contar con las imágenes, es que este juegos con líneas y clips continúan siendo igual de expresivos y potentes. ¡Hideaki Anno, dame un aborto!
Rebuild 3.33 es una película que desde sus formas genera rechazo, que abraza una naturaleza obtusa alejando a los fans tanto de hueso colorado como a los que aún producen colágeno. El cambio en los personajes y su mundo genera interés, obviamente, después de todo te golpea en la cara; empero, poco a poco la atención se va evaporando considerablemente por falta de explicaciones concretas. Un producto extraño y chocante, fascinante por contados apartes, pero destruye franquicias y espanta espectadores al final del día.
¡Qué la 4.0 la va a tener canutas para solventar los inmensos interrogantes sembrados por sus hermanas (y desde ya me aventuro a pensar que no va a lograrlo...)!
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pD: Mary sigue siendo un personaje sin razón de ser, segregada a su esquina del fanservice. Aunque, bueno, sus interacciones con Asuka admito que son pintorescas y divertidas. Por lo menos llevan a la pelirroja a ángulos un tanto más diferentes a los acostumbrados (por desgracia, el hecho de que ahora ambas tengan 28 años, no altera en prácticamente nada sus personalidades).
pDD: Tal vez la foto que Fujutsuki le mostró a Shinji, en la que aparecía Yui y a un lado alguien muy parecida a Mary, sea la clave para desenmarañar este nudo.