martes, 31 de enero de 2017

La trilogía cósmica I: Más allá del planeta silencioso -Libro- (1938)

Este libro representa para mí la postergación absoluta. Tiene solo 232 páginas (en español)... ¡y me tarde 3 años para leerlo completo! Espero no tener que volver a pasar por un proceso igual con otra novela, al menos por el bien de mi estabilidad mental.

Así es señores, C.S. Lewis no solo rubricó en vida la heptalogía de Las Crónicas de Narnia; 12 años antes de la publicación de El león, la bruja y el ropero (el volúmen que desencadenó las grandes aventuras de los hermanos Pevensie) apareció Out of the silent planet, un libro de ciencia ficción que se convertiría en el primer eslabón de una trilogía.    

Ahondando más sobre el origen de esta novela, este es el resultado de un mutuo acuerdo entre Lewis y Tolkien, donde cada uno se comprometía a escribir un "relato científico/Sci-fi". El primero cumpliría con creces, mientras que el segundo apenas bosquejó un fragmento de una pequeña historia, hoy muy poco conocida.


A grandes rasgos, el volúmen nos cuenta la historia del profesor Ramson, quien es encerrado contra su voluntad en una nave interestelar, y enviado como prisionero al misterioso planeta Malacandra. Una vez allí, el profesor logra escapar de sus captores y perderse en el desconocimiento que representa aquel mundo rosáceo y purpúreo, del que más adelante descubrirá que se trata de Marte. 

 El primer elemento que llama poderosamente la atención de este trabajo, es su preocupación por la veracidad científica: tampoco estoy diciendo que se pierda en explicaciones físicas y teóricas, pero para ser un libro que se publicó 31 años antes del primer alunizaje, se valora bastante que esté al tanto del efecto de la gravedad y la densidad de un planeta sobre sus habitantes; lo que conlleva la posición de un astro respecto a otro; así como las características de su órbita a la hora de hacer despegar una nave estelar; entre otras. 

De lo previo paulatinamente se desprende un descubrimiento inteligente del nuevo mundo en el que el protagonista ahora descansa sus suelas, uno repleto de experiencias y estímulos. Ramson a cada paso, expone un proceso de supervivencia básico, uno de: VER luego OBSERVAR. Es muy lógico, curioso y hasta sofisticado leer como el primer acercamiento del profesor hacia cualquier objeto, paisaje, animal o vegetación se constituye por un sobrevuelo básico, una comparación primaria y asociativa con un homónimo de la tierra, pero que tras una contemplación más prolongada deja ver su auténtica forma y diferencia frente a todo lo demás conocido. 

La mayor muestra de este proceso de visualización primeramente difusa/posteriormente definida, y que dependiendo la situación del protagonista a veces es descrita como una forma de ceguera, se aprecia en los primeros acercamientos a las 3 especies habitantes de Malacandra, los sorns, los jrossa y los pfifltriggi. 

Las nutrias gigantes

Los gigantes de cabeza larga

Los hombre rana


También se habla de las capacidades de Ramson como lingüista para descifrar el dialecto marciano, y cómo tras una prolongada convivencia con sus pobladores, logra derribar las barreras que le imponían las dificultades de comunicarse con estas especies; este es un logro que al mismo tiempo le concede la habilidad de mejorar su visión (distinguir nuevos objetos, al poder nombrarlos). El lenguaje también construye el universo.  


Ahora, el tema central de la novela. Quisiera recordar que Lewis era profundamente religioso, cristiano de hecho; de ahí que toda la saga narniana sea una alegoría a episodios bíblicos y la vida, obra y milagros de Jesucristo. En esta trilogía es un elemento que tampoco se haría esperar. Resulta pues que el título de este trabajo hace referencia a La tierra, conocida en parajes malacandriacos como Thulcandra. Según la teo-cosmogonía que se nos imparte por los capítulos finales, la tierra calló en desgracia al ser corrompida y se aisló de los otros mundos que la rodeaban, quedando completamente incomunicada. Esta degradación, nos remite a la tentación de Adán y Eva, y a la caída de Lucifer como ángel. Contemplándolo a mayor panorama, Jesús en este relato tiene el nombre de Maleldil, ha sido el creador del universo conocido y a cada planeta destinó un guardián protector, un arcángel, que en Marte recibe el nombre de Oyarsa. Por suerte, Lewis maneja muy sutilmente cada uno de estos detalles, así que aquellos que menos avezados se encuentren frente al autor o frente a la religión católico-cristiana, hallarán cuanto mucho un culto o movimiento sectario en Malacandra. 

Otro tópico principal dentro de la concepción de Out of the silent planet es la tendencia voraz y dominante del "hombre blanco", que en su afán por colonizar nuevos territorios y perpetuar su existencia, no ve reparos en la muerte de aquellos que considera diferentes o que tienen bajo su poder recursos altamente codiciables. El cénit de este tema a tratar llega con Weston, el científico y también raptor de Ramson, quien lo expone/escupe directamente en un discurso ponzoñoso e irritado justamente en el clímax  de la obra (estructurándolo así, como uno muy retórico y dialéctico).  

Resalto y congratulo nuevamente cómo ya en 1938 se hablaba de la colonización de otros mundos y hasta del hurto de sus recursos para suplir las carencias del nuestro. 


...

Cuando hablamos de la construcción narrativa quisiera establecer una dualidad base:

a. Sí, Lewis escribe aquí para adultos, y por lo tanto de una forma más ordenada y seria; pero
b. A veces el narrador omnisciente tiene la manía (y de hecho es algo que repetiría desastrosamente en Narnia), de romper la 4ª barrera y dirigirse al espectador...

Lewis lo hace con la intención de otorgar más trascendentalidad al asunto, pero lo único que obtiene es generar incomodidad, estorbar, interrumpir la catarsis y rotar la historia bruscamente a otro asunto, pasando campantemente por circunstancias importantes.

Y aquí me remito a lo sucedido después el discurso de Weston. Oyarsa sostiene una conversación con el protagonista, en la que le interroga sobre la historia, costumbres y vida en Thulcandra; el autor cree que escuchar explicaciones sobre un mundo que ya conocemos resultaría monótono y pasa de ello, pero se equivoca. El tono que el discurso de Weston sentó dentro de los diálogos, daba para una introspección por parte del protagonista, para poner en tela de juicio a la raza humana donde bien podría tratar conflictos existenciales, raciales, xenófobos y sobre la individualidad del ser. Después de todo... ¿Cómo le explicas tú a una entidad supraceleste más bien pacífica que tu planeta recientemente padeció una guerra que devastó todo un continente?

A modo de epílogo también apreciamos otra ruptura del muro que descoloca, y eso es porque leemos una carta que Ramson envía al propio Lewis. Nuevamente el autor quiere atribuir un componente más serio, verosímil y solemne a todos los sucesos; pero la forma en la que lo hace es ridículamente impráctica. Son cerca de 3 páginas donde, más que complementar algunas secciones de la aventura y apuntar un cliffhanger, nos topamos LITERALMENTE con desencantados comentarios sobre la falta de detallismo de Lewis a la hora de escribir, y cómo bien pudo echar unas cuantas páginas más para delimitar mejor los paisajes y la exploración por el planeta rojo. Es una autodesestimación consciente incómoda.


Visto como un todo, Más allá del planeta silencioso es un libro de ciencia ficción agradable, pero torpe cerca de su final; tan inteligente en lo referente a la interacción del protagonista con el medio que le circunda, como bobalicón a la hora de usar a su narrador o aprovechar su clímax más allá de lo planteado. Recomendable sin duda para todo aquel interesado en la producción en prosa del autor fuera de Narnia, y para quien busque una modesta introducción a la ciencia ficción. 



...A ver si no me tardo 2 años malacandriacos leyéndome la secuela. 

lunes, 9 de enero de 2017

La fiesta de las salchichas (2016)

¡EH! ¡QUÉ JUGAR CON LA COMIDA ES PECADO!


El anterior adagio materno describe certeramente la última propuesta fílmica y arrabalera de Seth Rogen y compañía, donde al puro estilo de Toy Story (Pixar en general), se explora en qué pasaría si la comida tuviese sentimientos.

Entonces, un grupo de alimentos empaquetados del supermercado entran en crisis, cuando descubren el futuro que les aguarda una vez los humanos (los dioses, según ellos) les compren y les lleven a sus hogares. Algunos de ellos, aseguran que el haberse salido antes de tiempo de la envoltura por puro impulso cachondo, ha desencadenado la ira de los todopoderosos.  

Drogas, sexo implícito, un reparto actoral pintoresco, referencias culturales, juegos de palabras e incorrección política es lo que podemos esperar de un trabajo de Rogen, y en el pasado bien que ha tenido éxito en sus propuestas a partir de las susodichas características: Superbad, Neighbors, This is the end, entre otras (sí, puede que Rogen no sea el director de estos trabajos, pero ha tenido profunda influencia en ellos, ya sea desde la construcción del guión o la misma producción). Básicamente, tenemos un festival de humor norteamericano al 100%. 


Sausage party, a pesar de todo, no se configura como proyectos similares; muy por el contrario resulta inmadura, poco agraciada y carente de imaginativa. 

Se pensaría que utilizar comida como un pretexto para impulsar el humor situacional gamberro era una idea que valía oro en manos de Rogen, pero desde el inicio nos damos cuenta que ambicionar algo por el estilo es ingenuidad absoluta, porque las acciones se limitan a comedia sexual barata (referenciar al coito casual cada vez que se pueda) y los diálogos se perimetran al rededor de repetir caca, culo, pene, teta, pedo. 

Hasta en esta escena de Scary Movie 3 se veían más creativos con el uso de la comida.

La propia película plantea un subtexto teológico, donde pone en tela de juicio a creyentes contra ateos, es decir, quienes piensan que los humanos son dioses y les llevan al Valhalla cuando los sacan de la tienda, a modo de recompensa por un comportamiento puro; contra aquellos que afirman que han sido educados en la mentira y los hombres son bestias que practican en sus guaridas una genofagia (masacre masiva gastronómica). 

Esta parafernalia no llega a ninguna parte porque:

1. El filme está más concentrado en resaltar las connotaciones sexuales de los personajes y sus reacciones. 
2. Desde el inicio se da por sentado que son "los ateos" quienes tienen la razón. Hay una secuencia muy gráfica en la que un humano pela, raya, atraviesa, corta, rompe y tritura a los víveres recién comprados del supermercado. No por nada a los personajes humanos de la cinta se les muestra -la gran mayoría del tiempo- el semblante ensombrecido o de lleno se les oculta el rostro para enfatizar en su "criminalidad latente" y aumentar el grado de desconfianza ante ellos. 


Esa necesidad adolescente de darle a cuanto rodea a la cinta esa carga libidinosa sobresatura la historia y la aleja de estudiar otras posibilidades con los recursos que tiene entre manos. Por ejemplo, hay escenas que son auténticamente divertidas, porque se salen del esquema sexual y en muy pocos minutos en pantalla ahondan en comedia negra: véase el caso del choque de carritos de compra, que desata un panorama catastrófico donde los alimentos gritan, estallan, se caen por pedazos o quedan mutilados al mejor estilo de la introducción de Salvando al soldado Ryan  (un panorama bélico de horror). 

Si hablamos de otro tipo de comedia...

También, ya por el final, se construye un momento donde parece que el metraje va a sincerarse con la audiencia, presentando un panorama que apela a la metaficción y que pretende reírse del público en la cara y de la condición cochina de sí misma... ¡PERO NO! La acción se corta de golpe, todo se queda en la sugerencia (metiéndose prácticamente en el terreno del cliffhanger) y le da la bienvenida a los créditos de scroll. Por ahí también hay cierto humor referencial pop, que se estanca por lo general en la pequeña sonrisa y rara vez alcanza la carcajada; es funcional sin duda, pero se ve avasallado por el "teta, culo, pene, pene".

Básicamente, son momentos que intentaron sazonar la fórmula, mejorando y haciendo crecer el sabor de la premisa, pero cuya intervención es tan mínima que lo demás se sigue sintiendo crudo e insípido.

A la hora de resaltar virtudes están las actuaciones de voz, que a pesar de verse condicionadas a unos diálogos insulsos y deslucidos, juegan con el histrionismo de sus cuerdas vocales y la caricaturización que estas pueden llegar a presentar. También, sobra decir que la animación es bastante fluida y se valora esos pequeños momentos donde todo torna al plano 2D.


Fiesta de salchichas es un festín que se zambulle de lleno en el mal gusto, que como en el clímax de la película es una orgía de comida que deja sobras y migajas por todos lados de la forma más vulgar que encuentra. Un desorden desmedido falto de ganas, que se vale de una humanización vivaracha en plan Disney, para romper atmósfera de forma polémica y barata. 

Valoración final: Mala, tirando a lo meh...