sábado, 26 de agosto de 2017

Death Note -Netflix Live action- (2017)


La primera (y esperemos última) adaptación americana de Death Note no funciona por donde se le mire. Como adaptación no tiene ni una pizca de la esencia de  la serie original, y como producto independiente es floja y translúcida. 

COMO ADAPTACIÓN:
Si tuviese que delimitar aquellos elementos que representan el concepto japonés original, diría que está todo el tema de la justicia. ¿Qué es? ¿Cómo se practica y cuáles son las distintas formas de verla? Desde lo ético y socialmente aceptado, hasta la que dice no a los organismos de control y decide tomarla por su propia mano. La que se ampara en los estatutos legales e imparciales y la que sostiene que por un bien mayor y subjetivo se justifican los medios y los modos. 

Realmente todo este meollo es interesante, si recordamos la serie del 2007 nos damos cuenta que durante sus 37 capítulos invita a la audiencia a que piense sobre lo que ve, y sobre cuál perspectiva de la justicia prefiere: la de Light o la de L. Miren, a mí me importa un carajo que cambien el color de piel, la forma del cabello o el sexo de algún actante, también se me es indiferente que una situación Y ocurra de la manera Z. Es más, siento que muchos de estos cambios pueden ayudar a abrir otras posibilidades dramáticas en la historia, obviamente, siempre y cuando estén coherentemente bien llevados. Lo que quiero decir es que no pido una replica punto a punto de lo ya visto en otro formato. 

Eso no pasa en esta adaptación del 2017, y básicamente porque todo este tema se diluye con el avanzar de escenas y gracias a los personajes que tenemos en pantalla. Por un lado, se intenta medio tratar el tema del castigo a los criminales que lo merecen, pero no llega a ningún sitio porque los personajes principales dejan de lado este ideal, para inmiscuirse en rencillas y resentimientos sociales. El tema de la justicia se vuelve una excusa o, prácticamente, un McGuffin para que la trama avance (y a trompicones por cierto, porque el montaje está más bien atropellado).  


- Es por eso que sorpresivamente tenemos a un L inestable y desbocado en sus sentimientos... increíble que haya llegado a ser el mejor detective del mundo cuando se nubla tanto por las emociones (pathos), en lugar de permitir que la razón le frene y guíe (logos), dándole claridad y estoicidad a su persona (como el paliducho y lánguido original). Esto, amigos míos, independientemente de que traicione la idea del personaje de la serie, es una contradicción consumada por sí sola. Ahora que lo pienso, esta representación del detective se parece más a Mello.

- Y ahí aparece Light, quien deja de ser la mente calculadora y metódica. Utiliza la libreta más por resentimiento que por impotencia (como lo vimos en el animé) y se deja llevar por sus ansias de ser popular, revelando su mayor secreto a su crush de la escuela. ¿Qué cojones estoy viendo acá? Light era carismático y despreciable al unísono por su megalomanía; solo le importaba su propia salvaguardia, y hubiera preferido morir o destruir la libreta antes de que alguien se topara con ella. "¿Prefiero ser ejecutado o lidiar con un incendio en casa?", así piensa Light a la hora de resguardar el cuaderno de posibles intrusos o fisgones.

Podría gastar más renglones explicando otros elementos de la película que dicen rotundamente no a la esencia de la serie, pero prefiero zanjarlo con estas 3 fichas: el ideal de justicia pública echado a perder por las querellas privadas, y los 2 personajes entregados a unas emociones que nublan del todo su raciocinio e inteligencia, su mayor atractivo. ¡Un aplauso a la imprudencia!


COMO OBRA INDEPENDIENTE / SPIN-OFF:
Este trabajo tampoco funciona como un producto a parte o que intenta valerse por sí mismo, porque cuando no se torna estúpido, es pobre y vago. 

Los personajes importan un carajo porque son hojas de papel periódico. En algunos hay un intento tímido de forjar una especie de trasfondo, pero eso no llega a nada más, se queda en lo básico. Y sus personalidades no los sacan a flote porque los personajes se sienten mustios gracias a las actuaciones. 

Posiblemente el único buen intérprete en esta cinta sea Willem Dafoe como Ryuk. Su voz es imponente y espectral, y tan expresiva que por sí misma permite dibujar aún en la penumbra los rasgos y gestos de su personaje. Que dicho sea de paso, me parece increíblemente estúpido que nunca se le muestre.

El premio al peor actor se lo lleva Nat Wolff. Su escala emocional es limitada, y su manía de hacer gestos que desencajan su rostro lo hace verse irritante. Él se encarga de tirar por el desagüe más cercano el carisma y ciertos grados de simpatía que Light (con todo y lo roto y "O.P." que podía llegar a ser en la serie) generaba. Vale, entiendo que se asuste (ante lo sobrenatural y los accidentes) y no tenga reparos en mostrarlo, ¡pero contrólalo un poco hombre!

Las otras actuaciones son secas y no pasan de un gran y sonoro "meeeeh" por calificativo.

La historia se ha vuelto un periplo de colegio, ocurre con y por el fin de agradar a la chica linda que es alocada, sugerente, pícara e inmadura como ella sola; aquí todo gira por berrinche de Mia y por querer clavársela a Mia. Olvidémonos de las tramas policiales y de los entramados mentales donde un dios autoproclamado pretendía imponerse sobre un hábil detective. La película salta más bien olímpicamente de esto, y ya en el clímax presenta algo remotamente similar en un enfrentamiento casi físico donde la caza del gato al ratón se vuelve una auténtica persecución al rededor de callejones y edificios sucios.

La maquinación final del protagonista no deja de sentirse extraña y rebuscada, poco coherente. Sí, al igual que la serie, Light juega con las normas del cuaderno y hace que los vacíos legales que hay en estas jueguen a su favor aunque hagan parecer lo contrario; pero dado que las pinches normas de esta nueva Death Note son diferentes al animé y la lógica con la que actúan es irrisoria, básicamente tenemos un final insatisfactorio y regular. 



DIRECCIÓN:
Adam Wingard, que en el pasado dirigió segmentos de la antología V/H/S o del ABC de la muerte, decepciona y con creces. A lo mejor fue demasiado para él poner en sus manos una historia que debiera contarse en más de 15 minutos.

Los diálogos son pobres, estúpidos y con una tendencia terrible a ser sobreexplicativos; hay una constante exposición en ellos que es demasiado invasiva. 

Ahora, a Death Note le sienta bien el misterio y el tono lóbrego, eso le da intriga, pero Wingard se pasó 3 pueblos con lo que hizo. Era innecesario que tercamente se zambullera de cabeza en un tono de terror, sobre todo cuando este no aporta algún valor agregado a la historia, no transmite interés, es mal ejecutado y es ridículo.

Véase las muertes, que son como las de la saga de Destino final, aparatosas, exageradas, ilógicamente sangrientas e irrisoriamente ejecutadas. ¿Cómo no vas a sufrir de una risa involuntaria cuando ves que el viento por arte de magia mueve algo o una persona se tropieza por error y empuja a otra llevándola a su muerte? Sí, que el animé a veces también se ponía de impresionista con las defunciones, pero eso era contadas veces, también prefería ser sutil o simbólica en ocasiones.


De igual manera está el asunto de querer hacer a Ryuk un demonio hecho y derecho (más que un observador nihilista). No se explica un carajo de su mitología y simplemente se queda ahí en las sombras, siendo una amenaza latente, lo que cambia drásticamente su forma de actuar respecto al material base. Es más, se le llega a ver hasta más parcializado respecto a la situación, como un enemigo más. Este ser se pudo aprovechar en exceso, después de todo, es una llave para entender toda la mitología que hay tras el cuaderno de la muerte y sus reglas.

Llegamos a la utilización del soundtrack. Yo soy partidario de jugar con las melodías extradiegéticas, de torcerlas y plantear música alegre y jovial en momentos crueles, pesadillescos o tensionantes. La sensación de mal cuerpo, des colocación y turbación aumentan con estos movimientos de contradicción (Insidious, The girl with the dragon tattoo, The conjuring 2); pero aquí chocan, no se logra la dinámica esperada. Asumo que las melodías están ahí por fines comerciales (así vendemos más cds) o porque se ha vuelto tendencia desde Guardianes de la Galaxia poner tracks que todo mundo ya conoce.   

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Uno de los motivos por los que le tenía fe a esta película es que estaba siendo producida por Netflix, una plataforma con la entera potestad de hacer lo que guste: tratar los temas que desee, no escatimar en gastos, contratar a los directores o guionistas que considere convenientes, etc. No tiene sesgos frente un cine, una comunidad o un canal de tv. En la plataforma hay películas que tocan temas adultos y truculentos (yo que sé, el capítulo Cállate y baila de Black Mirror, por mencionar algo). Ansiaba que en esta historia lo abordara todo desde lo sobrio, es decir, tratar el concepto desde una perspectiva clara, humana y "realista", sin llegar a lo maniqueo del animé... sí, esperaba demasiado, pero tampoco pensé que me entregaran tan poco.

Coloquialmente, esta película es Destino final mezclada con alguna película de adolescentes penca, todo mal revuelto y agitado, idiota, infantil y para nada divertida. Un desastre, de lo peor del año.