sábado, 22 de febrero de 2014

Philomena (2013).


Película realizada entre Francia, USA e Inglaterra basada en hechos reales y dirigida por Stephen Frears, que nos narra la historia de Philomena Lee, una venerable anciana que con la ayuda de Martin Sixmith, un periodista en busca de una historia que le devuelva el rumbo a su carrera, emprenderá un viaje que le permita hallar el paradero real de su hijo Anthony, quien le fue arrebatado 5 décadas antes, cuando vivía enclaustrada en un convento de Roscrea.

Uno de los elementos que más me generaba desconfianza sobre esta obra era que fuese ridículamente predecible, que su historia fuese tan simple que con las pautas del inicio (o más bien, desde el mismo poster) el desenlace ya estuviera cantado. Pero no, para nuestra suerte esta es una cinta que es de todo menos de ese tipo. Posee unos interesantes giros de tuerca que no los habrías visto venir en... lo diré, "ni en un millón de años." Este es un filme lleno de sentimiento y hasta cierto punto narrado con el corazón que nos concientiza sobre la problemática que a día de hoy muchas madres y muchos hijos sufren alrededor del mundo, cuando intentan reecontrarse tras haber sido separados por las crueles jugarretas del destino, o más concretamente, por las manos inescrupulosas de terceros que se encuentran incapaces de ver más allá de su beneficio propio. De igual forma, este largometraje expone una contundente crítica hacia ciertos representantes en específico de la religión católica (y hago extremo hincapié en REPRESENTANTES), hablándonos sobre como el extremo cumplimiento de las ortodoxias muchas veces desemboca en la inhumanidad y la falta de altruismo, suceso que resulta más que contradictorio y doble moralista frente a los dogmas que se imparten en la religión mencionada, y cuya única pretensión, frecuentemente malinterpretada, es ser un manual, un compendio de sugerencias sobre cómo actuar en la vida y frente a la gente que nos rodea. Pero las cosas no se quedan ahí pasmadas, Philomena es una película que habla sobre el perdón y sobre el incalculable valor de la maternidad.

Los personajes se encuentran ricos de personalidad, simpatía y hasta evolución, por no decir que plasman de espléndida manera una tierna y hasta por momentos cómica relación en pantalla.

Las actuaciones están muy bien conseguidas y quien se lleva el aplauso es Judi Dench, que conmueve desde el inicio con sus miradas enlagunadas repletas de melancolía y dolor, pero también, con su sonrisa llena de dulzura y hasta en ocasiones inocencia que bien podría asemejarse a la de cualquier infante que apenas conoce el mundo que le rodea.

La música a pesar de tornarse repetitiva cumple con su cometido. Lo referente al aspecto técnico no decepciona bajo ninguna circunstancia y aunque tiene clase no es nada realmente deslumbrante o innovador.

En términos finales, Philomena es de esas películas nominadas como las mejores obras del año en los Oscares por pura cortesía, porque sabes desde el umbral de la puerta que está a años luz de llevarse la estatuilla. Sin embargo, eso no le quita bajo ninguna circunstancia las patentes virtudes que posee, eso no quita el hecho de que sea una historia muy emocional y conmovedora que es recomendable al menos ver una vez en esta vida. Como puntaje final le otorgo un limpio 9/10, connotándola como sobresaliente. No es ni la obra más artística del año, ni la que posee una historia más compleja y profunda, pero sí es una linda película que vale la pena ver.

No hay comentarios:

Publicar un comentario