Por fin, y tras años de esfuerzo para poder hacerme con este libro, al fin he podido leer la entrega que muchos consideran la peor de la saga.
SINOPSIS: Mientras Harry permanece aislado en la casa de sus tíos, en la comunidad de los magos ha estallado la hecatombe. Tras anunciar la resurrección de Lord Voldemort, Albus Dumbledore se ha vuelto el blanco de críticas y ataques de desprestigio por parte del Ministerio de Magia, el cual sostiene que el anciano mago sólo desea avivar la incertidumbre y causar inestabilidad. Para evitar cualquier foco de insurrección por divergencias ideológicas, el Ministro de Magia Cornelius Fudge designa como inspectora educativa a la tiránica Dolores Umbridge quien, decidida a imponer el orden, desatará una inquisición interna en el colegio Hogwarts.
Mientras la comunidad mágica comienza a resquebrajarse entre los que se rehúsan a creer y los que toman conciencia de la amenaza en puerta, Harry, Hermione y Ron, aterrados por la falta de preparación en combate con que cuentan, deciden formar un grupo clandestino donde, junto a otros alumnos, se prepararán para los oscuros tiempos que se acercan.
Mientras la comunidad mágica comienza a resquebrajarse entre los que se rehúsan a creer y los que toman conciencia de la amenaza en puerta, Harry, Hermione y Ron, aterrados por la falta de preparación en combate con que cuentan, deciden formar un grupo clandestino donde, junto a otros alumnos, se prepararán para los oscuros tiempos que se acercan.
HISTORIA: Rowling mintió y para esta ocasión nos trae una novela aún más larga que su antecesora, a pesar de que esta última había prometido que el cuarto libro sería el más lardo de toda la saga. ¿Y esto es necesariamente malo y contraproducente? Sí y no.
Por un lado, se nos presenta una historia intensa que se enfoca mucho en los personajes, principalmente en su protagonista. La trama va a un nivel claramente lento, sin embargo la obra nunca llega a tornarse pesada o difícil, es una lectura entretenida, creativa y emocionante al igual que las 3 entregas pasadas. A estas alturas, la saga ha conseguido convertir el paisaje en el que se desarrolla la historia en un personaje más, y no lo digo por la Sala de Menesteres de Hogwarts, hablo más bien en general, me refiero a que el entorno que rodea a nuestros héroes, gracias al montón de información que la autora ha aportado y sigue aportando a día de hoy, ha convertido a toda esa sociedad mágica en algo vivo, en algo que se siente, algo con lo que los personajes interactúan de una forma verosímil, algo que ha sido capaz de trascender conforme más libros aparecen.
Al principio, cuando nuestros protagonistas no eran más que niños, su interés por la sociedad que les rodeaba era ínfimo y precario, a tal punto que no eran muy capaces de ver más allá de ellos mismos y el colegio en general; pero ahora que son adolescentes y ya están más conscientes de la gravedad de la situación a la que se enfrentan, al mismo tiempo ya son capaces de ver más allá de sus narices, y por lo tanto, prestar más atención a una sociedad convulsionada y alertada que, bien se podría decir que aunque sabe la verdad, prefiere no oírla, prefiere vivir en la mentira para no enfrentarse a la cruda realidad. Esto último, va sujeto a enfoques políticos claro está, puesto que, si los mismos dirigentes son incapaces de reconocerse en la problemática, entonces la gente del común está perdida (de hecho, quizá hasta muchos podrían tomar esto como una crítica social bastante fuerte).
Asimismo, no olvidemos que el detalle opresivo que se presenta en la forma como Dolores Umbrige imparte su clase, y periódicamente imparte en todo el colegio en general al volverse directora, bien podría hacer referencia a la creación de masas, de autómatas sin vida, programados para trabajar y para nunca pensar diferente o actuar diferente, siempre siendo fieles a un sistema, siguiendo un líder tirano que actúa pensando bajo el falso ideal de “POR EL BIEN DE TODOS”. Another Brick in the Wall ¡señores!
Por otro lado, y es justo aquí cuando aparece el problema, aunque toda esta información está más que bien planteada y narrada, y por supuesto, es más que bien recibida por los fans (nótese que no dije lectores), de una u otra forma es inevitable sentir que el presente texto es más largo de lo que debería ser. Está claro que Rowling pudo restarle a su obra al menos unas 100 páginas (y quizá hasta un poco más), porque sinceramente, teniendo tan poco que contar, a diferencia del cuarto libro, se excede y extiende la historia y momentos de manera innecesaria. A pesar de todo quisiera recalcar que esta prolija extensión no hace mala a la novela bajo ningún motivo, o tan siquiera hace aburrida la historia, todo lo contrario, la vuelve más interesante; mi crítica radica en que, todo aquello que pudo contar en esas 766 páginas, pudo haberlo hecho en al menos 600.
Nos encontramos nuevamente frente a ese bucle irrompible el cual parece haber apadrinado la saga y a la cual se niega a abandonar. Otra vez nos percatamos que no es hasta el final del curso escolar que Harry se enfrenta con el villano, y a diferencia de EL CÁLIZ DE FUEGO, aquí no hay una explicación muy coherente para ello. Sin embargo, por fin se agradece que Rowling haya dejado descansar al niño mago, y le permitiera tener por fin un 31 de octubre sin mayores tropiezos.
Es a partir de esta novela, donde se da inicio a la SEGUNDA GUERRA de los magos.
PERSONAJES: En el libro se explora bastante en este ámbito, de hecho, me atrevería a decir que es de las entregas donde Rowling se luce más en este apartado.
Lo que se refiere a personajes secundarios está bastante bien, se profundiza en muchos de estos como Snape o Molly Weasly, siendo de hecho esta última la que nos brinda uno de los momentos más enternecedores, dramáticos y escalofriantes del libro al exponer su miedo por la pérdida de algún familiar cercano. Los entes nuevos integrados al reparto encajan a la perfección con la historia, por ejemplo, Dolores Umbrige, que si bien es uno de los personajes más crueles y detestables (en el buen sentido) que la rubia escritora ha podido crear jamás, es malvadamente maravillosa. Sin embargo, otro ente, y aquí me refiero a Luna Lovegood en particular, es básicamente un personaje innecesario la mayor parte del tiempo, siendo usado únicamente a conveniencia de la autora, para que la historia logre avanzar.
Lo que se refiere a personajes secundarios está bastante bien, se profundiza en muchos de estos como Snape o Molly Weasly, siendo de hecho esta última la que nos brinda uno de los momentos más enternecedores, dramáticos y escalofriantes del libro al exponer su miedo por la pérdida de algún familiar cercano. Los entes nuevos integrados al reparto encajan a la perfección con la historia, por ejemplo, Dolores Umbrige, que si bien es uno de los personajes más crueles y detestables (en el buen sentido) que la rubia escritora ha podido crear jamás, es malvadamente maravillosa. Sin embargo, otro ente, y aquí me refiero a Luna Lovegood en particular, es básicamente un personaje innecesario la mayor parte del tiempo, siendo usado únicamente a conveniencia de la autora, para que la historia logre avanzar.
En este aspecto me gustaría resaltar en específico a 2 personajes.
El primero vendría a ser el anciano pero gran mago Dumbledore. Su participación en esta novela es una de las más enriquecedoras hasta la fecha, y esto se debe a que por fin, su silueta enigmática comienza a deshacerse. Comenzamos a ver dentro de aquellos profundos ojos azules del director a un ser humano repleto de fallos como todos, que no es tan perfecto como solía verse de lejos. Si en la entrega anterior nos percatamos que Dumbledore no sabía que caminos tomar, perdiendo el control por breves momentos, aquí prácticamente nos damos cuenta que lo ha perdido por completo. El sabio hechicero ha arrastrado con él un grave error a través de los años que ahora ha perjudicado a muchos. Asimismo, se comienza a dibujar una sutil línea trascendental sobre su personalidad, la cual comenzaremos a ver más claramente en los próximos 2 tomos.
El segundo personaje que me gustaría resaltar, vendría a ser nuevamente Harry. Rowling explota de manera ideal a nuestro pobre protagonista. En este volumen, se exploran muchas facetas antes desconocidas del personaje y al mismo tiempo se afianza su personalidad de una forma inimaginable. Es por eso que aquí vemos a un chico prácticamente inundado por el miedo hacia el ser que mató a sus padres, un chico desesperado que por más que lucha y se esfuerza, se percata que ya no tiene control sobre sus propios actos, que es una pieza más en un juego de ajedrez y nadie parece darle una concreta explicación sobre el porqué de ello. En LA ORDEN DEL FÉNIX podemos apreciar cómo el chico Potter se enfrenta a sentimientos como la desolación al descubrir que su padre fue justamente el tipo de personas que él detesta y repudia; los dilemas amorosos que surgen tras intentar entablar una relación seria con su amiga Cho Chang; e incluso la pérdida, o más concretamente LA MUERTE es otro elemento que aqueja a nuestro héroe, siendo apreciable y muy importante en la obra. Todos estos sentimientos Harry deberá aceptarlos y superarlos para poder madurar más y, me atrevería a decir, dejar forzosamente su adolescencia y perfilarse cada vez más hacia la adultez.
Harry ahora sufre de un gran estrés incontrolable, lo que le hace tratar mal a sus amigos, gritar más de la cuenta, incluso adquirir actitudes algo violentas frente a aquel director de barba blanca que ha admirado durante tanto tiempo. Esto último, le lleva nuevamente a adoptar conductas muy propias del mismo Voldemort, cosa que le asusta aún más.